Los Verbos Tácticos: Satisfactores y las Necesidades Básicas Humanas. Eje Conceptual 6
En la conversación, Jordi Claramonte expone el paradigma de Manfred Max-Neef, que identifica nueve necesidades humanas fundamentales y universales: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, ocio, participación, creación, identidad y libertad. Las tres primeras son las más básicas, y su satisfacción es crucial para que una comunidad pueda abordar las demás de forma sostenible.
La propuesta central es aplicar estas teorías para reimaginar los talleres de edición de arte. En lugar de ser espacios profesionales aislados, deben integrarse en su «paisaje» social (por ejemplo, un barrio). El objetivo es que el taller se convierta en un recurso más del repertorio comunitario, anclado en su contexto y que sirva para responder a las nueve necesidades de Max-Neef, convirtiéndose en una herramienta de riqueza y potencia social, similar a una biblioteca o un centro cívico.
Para abordar la gramática del «aguisamiento», es fundamental establecer una puerta de entrada que sea accesible. La teoría del cMOOC, por su densidad conceptual, puede presentar una barrera para quienes, a pesar de su especialización, no poseen formación filosófica. Hay que crear un puente entre la teoría y la práctica. Por ello, utilizaremos los verbos como un anclaje familiar y cotidiano. Este texto desarrollará una gramática de la acción en tres niveles jerárquicos: comenzaremos con las acciones tácticas (el qué hacemos), ascenderemos a las categorías operacionales (el cómo lo organizamos) y culminaremos en las categorías estratégicas (el camino para alcanzar nuestro propósito), demostrando cómo este modelo conecta la actividad diaria del taller con una visión profunda y con propósito.
Nivel 1: La Acción Táctica – El Verbo como Satisfactor
Una vez presentado el taller como un sistema complejo —con sus componentes (sustantivos) y cualidades (adjetivos)—, el siguiente paso es centrarse en su dinámica. Me pregunto: ¿qué hace un taller? La respuesta se encuentra en sus verbos, en la multiplicidad de acciones que le dan vida.
Un taller es un ente polifacético: edita, imprime y produce; pero también forma, enseña y mentoriza; expone, difunde y conecta; y por supuesto, gestiona, organiza y sostiene su propia estructura. Esta diversidad de acciones demuestra que un taller es un ecosistema vibrante.
Y aquí la pregunta se vuelve inevitable: ¿para qué se realizan todas estas acciones? La respuesta es clara: todas ellas, en su nivel más profundo, son satisfactores de las necesidades humanas fundamentales que postula Manfred Max-Neef. Las acciones de producir y gestionar satisfacen la Subsistencia. Cuando un taller forma y enseña, nutre el Entendimento. Las acciones de conectar y colaborar responden a la Participación, el Afecto y la Identidad. Incluso cuidar el espacio satisface la Protección.
Por lo tanto, los verbos son el puente que conecta la actividad tangible del taller con el bienestar de las personas. Son la prueba de que un taller no es solo un lugar donde se hacen cosas, sino un ecosistema donde se satisfacen vidas. En este primer nivel, concibo el verbo como una acción táctica: la manifestación más directa de la categoría del «Hacer» de Max-Neef y el punto de partida ideal para nuestro análisis.
Del «Hacer» y el «Tener»
Las acciones tácticas (el «Hacer») no surgen de la nada. Para poder actuar, los miembros del taller deben poseer un conjunto de atributos que conforman la categoría del «Tener». Esta dimensión no se refiere a la posesión de bienes materiales, sino a los recursos internos que posibilitan la acción. Estos recursos son:
- Conocimiento: El «saber qué» teórico (la historia de la gráfica, la teoría del color).
- Habilidades y Destrezas: El «saber cómo» práctico (la habilidad para manejar una prensa, la destreza para entintar una plancha con precisión).
- Capacidades: El potencial para adquirir nuevos conocimientos y desarrollar nuevas habilidades.
- Competencias: La integración de todo lo anterior, que permite actuar de forma autónoma y con propósito para resolver problemas complejos.
Lo crucial es que el «Hacer» y el «Tener» se retroalimentan en un círculo virtuoso constante. Para poder hacer (imprimir), se necesita tener la habilidad de usar la prensa. Pero es a través del acto de hacer (imprimir repetidamente) como esa habilidad se refina y se convierte en una destreza, acumulando conocimiento y desarrollando la competencia para afrontar retos de impresión más complejos. Un ecosistema de taller saludable es aquel que no solo produce obra (Hacer), sino que cultiva activamente las competencias de sus miembros (Tener), entendiendo que un polo no puede existir sin el otro.
Nivel 2: Las Categorías Operacionales – La Orquestación de las Tácticas
Sin embargo, estas acciones tácticas corren el riesgo de ser esfuerzos aislados. Para que generen un impacto coherente y sinérgico, necesitan ser orquestadas. Aquí es donde intervienen las categorías operacionales (Mimesis, Poiesis, Apate y Catarsis). Si las tácticas son las notas, las categorías operacionales son las melodías: lógicas de acción o «campañas» que dan forma y propósito al quehacer del taller. Este ciclo, que fluye desde la Mimesis hasta la Catarsis, no es lineal, sino una espiral continua donde el final de un proyecto se convierte en el punto de partida del siguiente.
1. Mimesis: El Ciclo de Recibir y Representar
Es la campaña centrada en recibir el mundo: observar, investigar y analizar para comprender la realidad. Es la fase de acopio de «ingredientes». La Mimesis alimenta la categoría estratégica de Archein (Fundar), pues no se puede fundar nada sin conocer el terreno, y da propósito a tácticas como investigar y dialogar.
- Ejemplo: Para un proyecto sobre gentrificación, la Mimesis sería fotografiar los cambios y entrevistar a los vecinos.
2. Poiesis: El Ciclo de Dar y Fabricar
Es la campaña de la creación. Una vez recibido el mundo, la Poiesis se encarga de dar una nueva forma, de transformar los «ingredientes» en un «plato» concreto. (Recordemos que a nivel estratégico, Poiein se refiere a la producción continuada de la obra, mientras que Poiesis es la campaña de producción concreta). Es la manifestación directa de la categoría estratégica de Poiein (Crear/Fabricar) y organiza tácticas como diseñar e imprimir.
- Ejemplo: Se diseñan y estampan carteles que expresan lo aprendido durante la fase de Mimesis.
3. Apate: El Ciclo de Compartir y Disponer
Es la campaña de crear un dispositivo para compartir. No basta con crear la obra; es necesario disponerla para que sea experimentada por otros. Apate es el arte de presentar, de crear la «trampa» estética que captura la atención. Sirve a la categoría estratégica de Prattein (Practicar/Compartir) y orquesta tácticas como exponer y difundir.
- Ejemplo: Se organiza una exposición en el barrio y se pegan los carteles en las calles afectadas.
4. Catarsis: El Ciclo de Transformar y Reiniciar
Es el objetivo final y el reinicio del ciclo: la campaña que busca provocar una transformación en quienes experimentan la obra. Es el impacto del «guiso» completo. La Catarsis valida las tres categorías estratégicas y genera nuevas preguntas, iniciando un nuevo ciclo de Mimesis.
- Ejemplo: La exposición genera un debate que aumenta la conciencia sobre el problema, convirtiéndose en el punto de partida para un nuevo proyecto.
Nivel 3: Las Categorías Estratégicas – El Propósito y el Camino
Si las acciones tácticas son las notas y las categorías operacionales son la melodía, las categorías estratégicas son la partitura completa. Este es el nivel más alto, el que define el propósito a largo plazo del taller. Como hemos concluido, este «porqué» fundamental no es otro que satisfacer de una manera integral y sostenible las necesidades humanas básicas. Las categorías estratégicas, por tanto, son «el camino para alcanzar nuestro propósito». Son la visión a largo plazo que define cómo y de qué manera queremos satisfacer esas necesidades, yendo más allá de la mera supervivencia para buscar una práctica vital con principios sólidos.
- Archein (Fundar): Es el «hacer que funda». La categoría que engloba el establecimiento de los principios y valores del ecosistema. Define «quiénes somos» y «qué defendemos».
- Poiein (Crear/Fabricar): Es el «hacer que crea». La categoría que se ocupa del desarrollo de un cuerpo de trabajo que materializa la visión fundacional y sirve a un propósito mayor.
- Prattein (Practicar): Es el «hacer como práctica vital». La categoría que busca consolidar el quehacer del taller como un modo de vida sostenible que se comparte con la comunidad, enriqueciendo el tejido social.
El Modificador Final: La Postura Existencial
Finalmente, para dar una coherencia total al modelo, debemos preguntarnos: ¿cuál es el modo de ser fundamental del taller? Los adverbios (épico, cómico, lírico, trágico) responden a esta pregunta, definiendo la postura existencial que atraviesa y da sentido a cada nivel de la práctica. No es solo una elección de cómo actuar, sino una condición que define desde dónde se actúa, modificando la estrategia, las operaciones y las tácticas.
Una postura existencial trágica, por ejemplo, significa que el taller existe en una condición fundamental de lucha o resistencia. Este «estado de ser» impregna toda su gramática: su categoría estratégica (Prattein) se convierte en una práctica de supervivencia y testimonio; sus categorías operacionales (Catarsis) buscan la transformación a través del conflicto; y sus acciones tácticas (resistir, denunciar) se ejecutan con un sentido de sacrificio y urgencia.
Conclusión: La Gramática como Puente
Con estos tres niveles —táctico, operacional y estratégico—, y el modificador adverbial que lo impregna todo, la gramática del «aguisamiento» se completa. Cada acción concreta (vender un grabado) puede ahora entenderse como parte de una campaña (organizar una feria) que, a su vez, sirve a una visión fundamental (consolidar un modo de vida autónomo a través del arte). Este modelo jerárquico no es un mero ejercicio teórico; es precisamente el puente que buscábamos al principio. Transforma la densidad conceptual del cMOOC en una herramienta práctica y accesible, permitiendo a cualquier taller analizar su presente, diagnosticar sus desequilibrios y, lo más importante, diseñar conscientemente su futuro.
Esta gramática nos ofrece un viaje completo: desde el análisis de un simple verbo hasta la articulación de una práctica vital con propósito. No es solo una forma de entender lo que un taller es, sino una hoja de ruta para imaginar lo que puede llegar a ser: un ecosistema creativo, resiliente y profundamente humano.
La Acción como Satisfactor
Un análisis de cómo los verbos nutren nuestras necesidades humanas fundamentales.
En el corazón del análisis de cualquier ecosistema humano, ya sea un taller de arte o una comunidad, yace una pregunta fundamental: ¿cómo satisfacemos nuestras necesidades? La teoría del Desarrollo a Escala Humana de Manfred Max-Neef ofrece una respuesta poderosa y precisa: a través de la acción. Este texto explora cómo los verbos, como descriptores de la acción, funcionan como los satisfactores directos de nuestras necesidades humanas fundamentales.
De la Necesidad Abstracta a la Acción Concreta
Las necesidades humanas —Subsistencia, Protección, Afecto, Creación, etc.— son universales y finitas, pero a menudo las percibimos como conceptos abstractos. Lo que las ancla a nuestra realidad y las convierte en una experiencia vivida es el satisfactor.
Un satisfactor no es un objeto material (eso es un «bien»), sino el proceso o la acción que nos permite realizar una necesidad. El error de muchas aproximaciones es centrarse en los bienes, olvidando que la verdadera clave del bienestar reside en la calidad y la diversidad de nuestras acciones.
Por ejemplo:
La necesidad es el Entendimiento.
La acción satisfactoria es investigar, dialogar o aprender.
El bien o recurso es un libro, un ordenador o una conversación.
Si el «Hacer» es la dimensión existencial para satisfacer nuestras necesidades, el verbo es su unidad fundamental. Cada verbo —producir, cuidar, experimentar, compartir— describe una acción táctica, una intervención directa en el mundo que tiene el potencial de nutrir una o varias de nuestras necesidades.
Analizar un ecosistema a través de sus verbos nos permite pasar de la teoría a la práctica. Nos da un mapa tangible de las dinámicas de un colectivo: ¿qué acciones se priorizan?, ¿qué verbos se repiten?, ¿cuáles están ausentes? Un taller donde predomina el verbo vender pero escasea el verbo jugar nos habla de un desequilibrio que afecta directamente a las necesidades de Subsistencia y Ocio.
La Sinergia de las Acciones
Una de las ideas más potentes de este enfoque es que los satisfactores no tienen una correspondencia uno a uno con las necesidades. Una sola acción puede nutrir múltiples necesidades simultáneamente, creando sinergias que enriquecen el ecosistema.
Por ejemplo, la acción de colaborar en un proyecto gráfico no solo satisface la necesidad de Participación. También puede satisfacer:
- Afecto: al construir lazos y amistad.
- Creación: al generar una obra nueva.
- Entendimiento: al intercambiar conocimientos.
- Identidad: al reforzar el sentido de pertenencia a un grupo.
Cuando las acciones que realizamos son sinérgicas, el ecosistema se vuelve más resiliente, eficiente y humano.
Entender los verbos como satisfactores nos dota de una gramática para leer y escribir nuestra propia existencia y la de nuestros colectivos. Nos permite diagnosticar dónde están las carencias y, más importante aún, nos da las herramientas para diseñar conscientemente nuevas acciones que restauren el equilibrio.
Necesidad: Subsistencia
Verbos tácticos que aseguran el trabajo y la salud: producir, vender, gestionar, presupuestar, trabajar.
Necesidad: Protección
Verbos tácticos que garantizan la seguridad y el amparo: limpiar, ordenar, reparar, asegurar, cuidar (de las herramientas y del espacio).
Necesidad: Afecto
Verbos tácticos que construyen la amistad y la pertenencia: conversar, cuidar, apoyar, reconocer, celebrar, escuchar.
Necesidad: Entendimiento
Verbos tácticos que alimentan el aprendizaje y la curiosidad: aprender, investigar, preguntar, dialogar, equivocarse, analizar.
Necesidad: Participación
Verbos tácticos que fomentan la cooperación y el ser parte de algo: colaborar, cooperar, compartir, organizar, debatir, ayudar.
Necesidad: Ocio
Verbos tácticos que permiten el juego y el descanso: descansar, jugar, charlar, pasear (por el taller), contemplar.
Necesidad: Creación
Verbos tácticos (satisfactores) que nutren la capacidad de inventar e imaginar: experimentar, jugar, improvisar, diseñar, construir, dibujar.
Necesidad: Identidad
Verbos tácticos que refuerzan la autoestima y el sentido de pertenencia: expresar, firmar, definir (un estilo), pertenecer, diferenciarse.
Necesidad: Libertad
Verbos tácticos que satisfacen la autonomía y la autogestión: explorar, elegir, proponer, autogestionar, decidir, discrepar.
Acciones que buscan un cambio profundo en la percepción, «reiniciando el ciclo» de recibir, dar y compartir con una nueva perspectiva.